jueves, 2 de diciembre de 2010

Alogenosis iatrogénica. Una nueva enfermedad



La necesidad de rellenar arrugas y otras depresiones en la piel ha llevado a la creación de múltiples sustancias inyectables. Los desastrosos resultados producidos por varias de estas sustancias meses o años después de ser inyectados, llevaron al autor a crear el término "Alogenosis Iatrogénica", pues se trata de una nueva enfermedad que solo en Iberolatinoamérica tiene más de un millón de victimas: "Alogenosis", porque es producida por sustancias alógenas, es decir, ajenas al organismo e "Iatrogénica", porque la producen los médicos o las personas que inyectan estas sustancias.

Hemos estudiado 358 casos en lo últimos 10 años, agrupados y catalogados según las sustancias inyectadas, los síntomas, signos, tiempo de aparición de los mismos, etc. El objetivo era aprender cómo se manejan y tratan sus complicaciones. ya que en ningún libro se encuentra claramente descrita la nueva enfermedad.
Las sustancias inyectables de relleno más usadas fueron: silicona líquida, parafina, petrolato líquido, vaselina, "biopolímeros", aceite mineral, grasa animal, etc. No se incluyeron en el estudio otras sustancias más o menos aceptadas como rellenos biocompatibles (ácido hialurónico, grasa autógena, colágeno bovino tratado, hidroxiapatita, etc.).
Las reacciones, que afortunadamente no se presentan en todos los pacientes, aparecieron entre las 6 horas y los 25 años del tratamiento y fueron locales (dolor, eritema, pigmentaciones, edemas, fibrosis, queloides, infecciones, fístulas, necrosis de piel, desplazamiento por gravedad, etc.) y generales (fiebre, dolor generalizado, artralgias, decaimiento, malestar general, aumento de caída del cabello, depresión, etc.). No se  encontró relación con enfermedades autoinmunes tales como artritis, dermatomiositis, esclerodermia, etc. Los síntomas y signos se exacerban cada dos o tres meses durante períodos que duran de 1 a 3 semanas y mejoran con o sin tratamiento.
El tratamiento es sintomático. Las resecciones quirúrgicas solo deben hacerse en zonas muy limitadas, pues producen depresiones cutáneas y cicatrices retráctiles. Las masas muy grandes no se deben resecar debido a las deformaciones consecuentes. Se debe proteger la piel con sustancias emolientes.
El aspecto más importante de este estudio es lo que no debe hacerse: los corticoides locales o generales no sirven y aumentan la atrofia de la piel; las punciones y la liposucción no ayudan, pues las masas son sólidas y fibróticas; los masajes, el ultrasonido y el láser no ayudan y a veces empeoran la situación.
En todos los países se deben realizar campañas oficiales de prevención contra estas sustancias.

Una enfermedad que produce al año más de un millón de victimas, es decir, más que el SIDA o la tuberculosis, merece ser bautizada y controlada. Me refiero a los desastres que producen ciertas sustancias inyectables de relleno.
El autor se tomó la libertad de acuñar el término “Alogenosis iatrogénica” para calificar esta enfermedad: “Alogenosis” porque es producida por sustancias alógenas, es decir, extrañas al organismo; “Iatrogénica” porque la producen los médicos o las personas que las han inyectado.
El deseo de corregir las depresiones que producen las arrugas y otras atrofias de la piel ha llevado a los laboratorios, con inversiones de centenares de millones de dólares, a producir más de 40 sustancias inyectables de relleno; todo por complacer a los pacientes que quieren “algo que aplane las arrugas”. Conseguir esto sería el comienzo de la “fuente de la eterna juventud” que infructuosamente vino a buscar el navegante español Ponce de León a la Florida (EEUU) en 1513.
Las depresiones en la superficie corporal no solo son producidas por las arrugas; las cicatrices y ciertos traumatismos también las producen. Hay ciertas enfermedades que igualmente producen depresiones tales como la atrofia hemifacial o enfermedad de Romberg, el síndrome de Barraquer-Simons que consiste en una atrofia de la grasa de la cara y de la mitad superior del tronco, la esclerodermia, las atrofias por parálisis musculares, las atrofias producidas por inyecciones de corticoides, etc.
En cálculos muy conservadores, más de un millón de personas, en su gran mayoría mujeres, han sido víctimas en Iberolatinoamérica de esta nueva enfermedad. Afortunadamente, no todos los pacientes presentan signos y síntomas que les obliguen a consultar al médico, pero, por otra parte, cada vez vemos más pacientes que presentan las secuelas de estos rellenos hechos hace 10 ó 20 años. Es de esperar que a medida que transcurran los años más y más pacientes necesitarán los servicios médicos.
Las sustancias más usadas como relleno son: la silicona, la parafina, el petrolato líquido, la vaselina, el aceite mineral o vegetal, los triturados vegetales, los “constructenos”, las grasas animales o vegetales, los colágenos, los “biopolímeros”, etc. No incluiré en este estudio algunas sustancias que han sido más o menos aceptadas por los cirujanos, tales como la grasa autógena, los colágenos tratados, la hidroxiapatita, el acrílico, el metilmetacrilato, el ácido hialurónico, la poliglactina, el silicón sólido, el teflón, el colágeno autógeno cultivado, el nylon, el ácido poliglicólico, etc.
Alarmado por las secuelas cada vez más frecuentes de estas sustancias, decidí, hace más de 10 años, estudiar estos casos y aprender de ellos para poderlos tratar. Solicité a todos los colegas, especialmente a los cirujanos plásticos, que me enviaran a mi consultorio a los pacientes que tuvieran estas secuelas. Obviamente, a estos pacientes remitidos no les cobramos consulta. Se les elaboró una completa historia clínica y se les tomaron fotografías. Sumando los casos vistos en varias instituciones y los examinados en mi consultorio, he estudiado 342. Hasta donde llegan mis informaciones, es el mayor número de pacientes estudiados con estos problemas por un mismo cirujano.
Los he agrupado por síntomas, signos, evolución, tipo de sustancia implantada, etc. He sacado denominadores comunes y de ellos, conclusiones y conductas a seguir. Uno de los problemas más serios que encontré fue el de que los pacientes no sabían qué se les habían inyectado. Los médicos y las cosmetólogas emplean términos que no dicen mucho tales como “biopolímeros”, “células vivas”, “colágeno”, “grasa inerte”, “constructenos”, “polixano V 10“, “un producto alemán”, etc. La gran mayoría de los pacientes nos comunicaron que la persona que les había aplicado la sustancia no les quería dar el nombre de dicho producto.
Los implantes fueron hechos, en números redondos, en un 70% por cosmetólogas o personal paramédico y en un 30% por médicos, especialmente dermatólogos, cirujanos plásticos, otorrinolaringólogos y odontólogos.
Resultados
Veamos lo que he encontrado en común hasta ahora. Un 97% de los pacientes son de género femenino. Todos los pacientes salen satisfechos inmediatamente terminada la implantación y solo se quejan de “ligeras molestias”. El período de latencia de los signos y síntomas varía entre unas horas y 25 años. Durante este período de latencia es cuando el paciente, que se siente contento y satisfecho, recomienda entusiasmado a sus amigos o amigas el tratamiento. Viene entonces la repentina fama de quien aplicó la sustancia y el consiguiente aumento de pacientes, por no decir de “victimas”.
Un 95% no sabe qué le inyectaron. El promedio de sesiones de inyección fue de 2. Variaron entre 1 y 4. Más de un 98% de los pacientes insatisfechos recibieron masajes, ultrasonido o algún corticoide inyectado, por vía oral o aplicado localmente.
Por fortuna, en los casos vistos por nosotros, no hemos encontrado cegueras ni parálisis debidas a estas inyecciones, pero sí han sido reportados. Dos pacientes, ambas con serias deformaciones faciales y corporales, terminaron en suicidio después de un largo período de depresión.
Tres “cosmetólogas” están encarceladas después de perder una demanda penal. Ocho tienen demandas penales pendientes y cuatro han tenido que salir del país. Uno de cada cinco pacientes complicados, ha recurrido a tratamiento psiquiátrico.
Síntomas y signos
Son locales y generales. Los signos locales más comunes fueron: inflamación, irregularidades, edema, eritema, cicatrices queloideas, hiper o hipopigmentaciones, ulceraciones, endurecimiento, necrosis, esclerosis, fibrosis, desplazamiento por gravedad de la sustancia, infección y fístulas.
Una de nuestras pacientes no podía separar las arcadas dentarias más de 8 mm. debido a la fibrosis de los tejidos de la cara. En los raros casos en que la piel se fistuliza, la sustancia sale con un aspecto de crema dental. Las ulceraciones tardan meses o años en sanar, pero generalmente curan con el tiempo.
Los síntomas generales más comunes fueron: dolor, fiebre, decaimiento, dolores articulares, somnolencia, malestar general y depresión. No encontramos exacerbación de enfermedades latentes tales como dermatomiositis, esclerodermia, etc.
Tratamiento y Evolución
El tratamiento debe ser sintomático en los períodos de exacerbación, aunque, los síntomas pasan con o sin tratamiento. Los síntomas generales descritos duran entre una y dos semanas. Sin embargo, el uso de analgésicos, antihistamínicos no corticoideos y antiinflamatorios no esteroideos, acortan los períodos de exacerbación.
Estos períodos de exacerbación se repiten, en promedio, cada tres meses. Las infecciones son raras y por ello los antibióticos no modifican la evolución.
Las sustancias inyectadas, con el tiempo, se van superficializando e invadiendo la piel por reacción de defensa del organismo. La piel se adelgaza, se esclerosa y puede ulcerarse; por ello recomendamos extraer quirúrgicamente estas masas lo más pronto posible. Pero esta extracción es muy difícil o imposible si la zona inyectada es muy extensa. Solo las masas muy localizadas y enquistadas deben ser resecadas con cautela y preferiblemente en varias sesiones quirúrgicas. Pueden quedar depresiones y las cicatrices tienden a hacerse queloideas.
Pocas veces las sustancias se enquistan. Lo habitual es que el tejido que las circunda las invada y forme una sola masa sin límites definidos; por ello es tan difícil su extracción. Si la piel que las recubre es muy delgada, termina necrosándose. La piel esclerótica cicatriza después de una incisión, aunque tarda varios días más en cicatrizar debido a la pobre circulación.
Las depresiones que resultan pueden rellenarse con grasa autógena (varias sesiones) o con bloques de silicón blando, tallados a la medida. La piel debe ser protegida con cremas emolientes y antisolares. Una de las mejores cremas protectoras que hemos encontrado, es la de “Nutrientes autógenos”; la llamamos así porque es una crema base rica en antioxidantes a la que agregamos plasma extraído de la sangre del mismo paciente (autógeno) en una proporción del 2%.
En algunos casos, la lipoaspiración hecha con una aguja de venopunción larga No. 14 puede lograr extraer algo de la masa. A estas agujas se les debe devastar ligeramente el filo y montarlas en una jeringa pequeña (2 ó 3 ml.) para que el poder de succión sea mayor. Este procedimiento debe ser seguido de presión por varias semanas. Si la masa es pequeña y profunda, es preferible dejarla en observación. Si las masas son muy grandes e infiltrantes es aconsejable no tratarlas, pues la reconstrucción dejaría serias deformaciones.
Qué no debe hacerse
Entre las conclusiones más importantes de nuestro estudio destacamos qué es lo que no debe hacerse en estos casos.
Uno de los errores serios es el de aplicar corticoides indiscriminadamente. Estos no disuelven la masa y en cambio adelgazan la piel, lo que hace que el abultamiento se haga más ostensible. Los masajes no disuelven las masas y al igual que los corticoides, adelgazan la piel que recubre. La lipoaspiración convencional, lo mismo que el ultrasonido o los masajes eléctricos vibratorios, no ayudan. Por el contrario, empeoran la situación.

Doctor: Felipe Coiffman

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